Los bancos no podrán discriminar a los clientes en función de su rentabilidad. Economía prepara una ley que dará acceso universal a cuentas “básicas” con servicios de ingresos, retiradas de efectivo, domiciliaciones transferencias y tarjetas de débito gratuitas o con comisiones tasadas. El objetivo es que ningún ciudadano se vea expulsado del sistema financiero.
La mayor crisis financiera de la historia se ha saldado con una oleada regulatoria, que lenta pero inexorablemente va plasmándose a través de directivas y reglamentos comunitarios que están trasponiéndose a las legislaciones nacionales. El Gobierno se ha puesto manos a la obra y ha diseñado un anteproyecto que tiene como principal misión “establecer un derecho de acceso a cuentas de pago básicas”.
El número de cuentas corrientes y de ahorros en España asciende a más de 44 millones, según los últimos datos de la Asociación Española de Banca (AEB) y de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), de cierre de 2015, frente a un censo de 46,5 millones de personas. El dato dista de ser es exacto, puesto que muchos clientes disponen de dos, tres, cuatro o más cuentas.
La norma que está elaborando el Ministerio de Economía adaptará la directiva europea de julio de 2014 sobre “la comparabilidad de las comisiones conexas a las cuentas de pago, el traslado de cuentas de pago y el acceso a cuentas de pago básicas”. La falta de gobierno con todos los poderes en España retrasó la entrada en vigor de la norma, prevista para el pasado septiembre.
El borrador define que una cuenta básica “debe dar derecho a realizar una serie de operaciones (depósitos en cuenta, retirada de efectivo, adeudos, transferencias, pagos con tarjeta) dentro de la Unión”. Debe garantizarse esta modalidad a todos ciudadanos incluidos los consumidores que no tengan domicilio fijo, los solicitantes de asilo e incluso a los consumidores a los que no se les haya concedido un permiso de residencia.
El gran punto de debate está en las comisiones. Estas, en su caso, “serán razonables, y nunca por encima de las aplicadas en virtud de la política de precios habitual de la entidad”. Salvo en determinadas excepciones, no podrán estar vinculadas al número de operaciones realizadas. Es más, el anteproyecto recoge la posibilidad de que las cuentas básicas sean absolutamente gratuitas o, en cualquier caso, que las comisiones estén tasadas. La directiva señala además que “las cuentas básicas no deben circunscribirse a la utilización en línea, pues sería un obstáculo para los consumidores que no tengan acceso a internet”.
Un punto crucial del pulso que se avecina es la llamada exclusión financiera, pues la histórica concentración bancaria y el ajuste de red del sector han dejado poblaciones sin ninguna oficina y aunque el legislador pueda obligar a dar determinados servicios a todo el mundo, incluso a bajo coste, está por ver que pueda imponer dónde debe abrir la banca sucursales. Los clientes menos rentables son la diana de esa eventual expulsión del sistema.
Una comisión habitualmente reflejada en los folletos de tarifas de las entidades es la de apunte en cuenta. En la práctica no se aplica, pero esta era un arma que los bancos podían utilizar para expulsar a los clientes menos rentables. Una posibilidad que quedará anulada.
El borrador también incluye las obligaciones de que las cuentas se puedan trasladar, a imagen y semejanza de lo que ya ocurre con los números de teléfono, y de que se publique una lista con las comisiones para se puedan comparar. Este ranking será establecido inicialmente por la Comisión Europea, y, posteriormente, publicado por el Banco de España.
Sin comisiones o con tasas fijadas de antemano
La consideración de ciertos productos bancarios como servicios básicos universales viene a poner coto a la amenaza velada que algunos banqueros han sugerido en privado ante la avalancha de varapalos judiciales y el impulso de determinadas legislaciones más protectoras con el consumidor, como es el caso de la reforma hipotecaria en ciernes. El hecho de que las entidades podrían compensar estos impactos dejando de lado a los clientes que no sean rentables. Algunas campañas comerciales ya en marcha caminan en esta línea, como puede ocurrir con la célebre cuenta 1,2,3 de Banco Santander, cuya remuneración es creciente en función del saldo pero cuyas comisiones –recién incrementadas con la obligación de contratar una tarjeta de crédito– son similares para todos los clientes, lo que la hace menos atractiva para las rentas bajas.
No falta en las filas de la banca quien advierte que, con la criticada excepción de las entidades públicas (como ilustraría la nueva hipoteca sin comisiones de Bankia), el sector planea una subida general de comisiones para mitigar lo que deja de cobrar por otras vías. No será posible en las cuentas básicas, que serán gratis o con precios máximos.
FUENTE: CINCO DIAS